El coste de no tomar las medicinas

Hay una epidemia generalizada y fuera de control que amenaza a los países desarrollados, les supone mayores costes y en la sociedad occidental afecta a más personas que cualquier otra enfermedad. Se conoce con el nombre de falta de adherencia a los medicamentos recetados, y puede prevenirse -al menos potencialmente- en el 100% de las situaciones, siempre que el propio individuo afectado quiera.

Las cifras son cuanto menos asombrosas. Diversos estudios han mostrado que “entre un 20-30% de las recetas prescritas nunca se recogen, mientras que aproximadamente el 50% de los medicamentos para las enfermedades crónicas no se toman de acuerdo a lo prescrito por el médico”, de acuerdo con una revisión publicada en la revista Annals of Internal Medicine. Las personas que toman la medicación indicada –bien si es para una simple infección o para un tratamiento crónico que amenaza su vida- solo toman la mitad de las dosis indicadas.

Según estos autores la falta de adherencia a los tratamientos, es un lastre responsable de la muerte de 125.000 personas al año en EEUU y al menos un 10% de hospitalizaciones, además de costarle al sistema de salud americano entre 100.000 a 290.000 millones de dólares al año.

Fuentes médicas afirman: “Los medicamentos no funcionan si no se toman”. Esto explicaría en parte como medicamentos nuevos que muestran un magnifico rendimiento en estudios y ensayos clínicos, una vez que están comercializados no muestran los mismos resultados. Más importante, esto explicaría el hecho de que muchos pacientes no mejoren, tengan inesperadas recaídas, e incluso puedan llegar a morir, cuando no siguen las indicaciones médicas y las prescripciones, que deberían mantener sus trastornos bajo control.

Algunos estudios han mostrado que un tercio de los pacientes a los que se les ha realizado un trasplante de riñón no toman los medicamentos anti-rechazo, que un 41% de pacientes que han sufrido un infarto de miocardio no toman sus medicamentos, y como la mitad de los niños que sufren asma prácticamente no usan sus inhaladores o lo hacen de forma irregular.

Cuando no se toman los medicamentos ni se siguen las prescripciones médicas, aumentan las visitas a urgencias y mueren más personas. La ausencia de adherencia a los tratamientos constituye un auténtico problema que no tiene fácil solución por la variedad de causas que lo generan. Por ejemplo, muchos padres interrumpen el tratamiento asmático de sus hijos, porque no les gusta la idea de “someter a sus niños a un tratamiento crónico”. Aunque un niño asmático no presente síntomas aparentes no hay que olvidar que tiene una inflamación latente en la vía respiratoria, de forma que un simple resfriado puede mantenerlos enfermos durante varias semanas.

Cuando se pregunta a los pacientes las causas de no tomar o abandonar la medicación, podemos encontrar repuestas del tipo: “Soy de la vieja escuela…nunca tomo medicamentos”. Lo sorprendente de la afirmación es que provenía de un hombre, con insuficiencia renal, enfermedad vascular periférica y diabetes. Otra respuesta recurrente para quitar hierro al asunto: “No soy muy amigo de las pastillas”. Otras respuestas señalan “que la toma de los medicamentos les recuerdan que están enfermas”. Otros pacientes se resisten a los medicamentos porque los ven, como sustancias químicas y artificiales. También hay una corriente social que empuja al consumo de sustancias naturales. Y la influencia actual de la dieta y el ejercicio físico en la salud, convencen a muchas personas de que no necesitan tomar medicamentos.

En ocasiones, numerosas personas interrumpen la toma de sus medicamentos durante un par de semanas y si no experimentan ningún síntoma abandonan sus tratamientos. Esta situación es muy común con los medicamentos que actúan sobre determinadas alteraciones como la enfermedad cardiovascular, la hipertensión y la hipercolesterolemia. A pesar de que los síntomas tras el abandono del tratamiento pueden no mostrarse inmediatamente, pueden producir daños irreparables a largo plazo.

Algunos pacientes a los que se receta medicamentos -que tienen que tomar- hacen un análisis en términos del coste-beneficio del tratamiento para ver si les compensa. Las estatinas son baratas y los estudios muestran resultados muy beneficiosos en pacientes que las toman. Si las personas no son conscientes de la importancia que tiene cuidar sus arterias, no creen rentable el tomar los medicamentos y acaban abandonando el tratamiento. O si escuchan a alguien hablar de efectos secundarios rechazarán seguir con el tratamiento.

Las razones por las que los pacientes no se adhieren a un tratamiento pueden ser muy variadas –la prescripción puede ser muy complicada, no se muestran síntomas, no quieren tener efectos secundarios, no pueden permitirse pagarlo, e incluso hay quien piensa que es síntoma de debilidad el necesitar una medicina- por lo que ofrecer una solución no resulta nada sencillo.

Datos de España señalan que el 57% de los pacientes no siguen una adherencia al tratamiento y dicha adherencia es menor en los menores de 50 años y mejora por encima de dicha edad. De acuerdo con los datos del registro español de Hipercolesterolemia Familiar (SAFEHEART) en el que los pacientes están informados y se les sigue anualmente cerca del 90% tienen una buena adherencia al tratamiento crónico para reducir el colesterol.

En resumen, todavía hay mucho margen para mejorar. Los médicos y los farmacéuticos deberían informar a los pacientes cuales son los potenciales efectos secundarios asociados para un determinado fármaco y de los beneficios para la salud de su toma, reforzando la importancia de seguir regularmente el tratamiento indicado. Olvidar tomar los medicamentos prescritos es otra causa muy común para abandonar los tratamientos. Por tanto, el uso de algunos dispositivos, como es el caso de aplicaciones en los smartphones podría servir para recordar o establecer la toma de la medicación.

Fuente: NYT 2017 y Fundación HF