La educación para una alimentación saludable debe empezar en casa

La educación es la base de casi todas las conductas del ser humano, y los hábitos saludables también se aprenden. Poco a poco y progresivamente las familias deben inculcar a sus hijos/as estos hábitos para que desde pequeños sepan cómo cuidarse y gocen de una buena calidad de vida.

La alimentación es uno de los factores más importantes que contribuye a un correcto crecimiento y desarrollo de los niños. Si desde la infancia se adoptan buenos hábitos alimentarios, éstos favorecerán la práctica de un estilo de vida más saludable en la edad adulta y, a su vez, se previenen problemas de salud, como por ejemplo la enfermedad cardiovascular, la obesidad y algunos tipos de cáncer. Además un niño mal alimentado puede llegar a tener problemas de aprendizaje y de conducta.

En España la situación es alarmante: el 19% de los niños españoles son obesos (superando al 16% de EE.UU) y la población infantil con problemas de sobrepeso se ha triplicado en los últimos 15 años. Es por esto que debemos adoptar medidas para ayudar a los niños a seguir una alimentación saludable, que proporcione los nutrientes necesarios para un adecuado crecimiento y desarrollo, y la educación debe empezar en el ámbito familiar.

Debemos tener en cuenta que los niños observan nuestra forma de comer y aprenden por imitación, observarán desde un principio, los alimentos que compramos, cómo cocinamos… y luego aceptarán dichos hábitos y se acostumbrarán a ellos.

Enseñar a comer adecuadamente no es una tarea fácil y debemos realizarla con responsabilidad, tiempo y dedicación, pero también de manera divertida y didáctica, para captar su atención y apoyo.

  • Hay que transmitir un mensaje muy importante: tener hábitos alimentarios sanos significa seguir una alimentación variada y equilibrada. Esto se consigue con una amplia variedad de alimentos, podemos enseñarles pirámides o ruedas nutricionales para ilustrar este concepto.
  • El supermercado es un lugar interesante para que los niños aprendan, participando y ayudándonos a escoger los alimentos más saludables.
  • Es importante comer despacio y con tranquilidad, en un ambiente distendido y agradable.
  • El hábito de comer con tiempo suficiente debe de aprenderse ya en la infancia y no abandonarlo en la adolescencia. Debemos comprometernos con el ejemplo e intentar en la medida de lo posible acompañarlos a la hora de comer.
  • La hora de la comida es un buen momento para hablar en familia. Al mirar la TV mientras comemos, obtenemos menos iniciativa de diálogo y un silencio en la mesa que lo único que fomentará es a comer mal y rápidamente.
  • La comida debe ser atractiva, hay que intentar incluir diferentes sabores, colores, texturas y consistencias en los platos, con el fin de estimular las ganas de comer de los niños.
  • Es conveniente servir porciones apropiadas: la porción para un niño no es la misma que la de un adulto.
  • Nunca utilicemos los alimentos como premio o castigo.
  • Debemos tratar que los niños sean partícipes del momento de la comida, pueden poner la mesa, traer los alimentos, recoger y limpiar la mesa después de comer.
  • La mejor manera de enseñar a los niños a comer bien, es cocinar y comer juntos. Si se les permite ayudar a preparar la comida, se sentirán motivados a probar nuevos alimentos que ellos mismos han preparado.
  • Es importante que si nuestro hijo tiene sobrepeso u obesidad nos asesoramos por un nutricionista sobre la terapia más adecuada, y evitar imponer dietas o duras restricciones en la alimentación del niño, que puedan acomplejarlo.
  • Para alentar a nuestros hijos a que lleven una vida activa, debemos ser los primeros en llevarla. Son recomendables las salidas familiares en bici, los juegos acuáticos en verano etc.

Está en nuestras manos la salud de nuestros hijos, y por lo tanto, debemos dar ejemplo y colaborar junto a ellos en la adopción de nuevas y mejores formas de alimentación. La alimentación sana y equilibrada es fundamental para favorecer su crecimiento y desarrollo, así como para evitar enfermedades crónicas en la edad adulta.

Tomates con sorpresa

Ingredientes para 4 personas:

4 tomates grandes bien rojos y firmes, queso rallado light, 4 huevos, perejil, sal, pimienta y aceite de oliva.

Preparación:

Precalentar el horno a 180º C. Lavar y secar los tomates. Cortar una tapa de los tomates en la parte superior y vaciarlos con una cucharilla pequeña, con cuidado para que no se rompan y procurando mantener la forma. Introducir una pizca de queso rallado en cada tomate, cascar los huevos e introducir uno en cada tomate, salpimentar, esparcir otra pizca de queso rallado y un poco de perejil picado. Finalmente tapar los tomates con las tapas cortadas, colocarlos sobre una bandeja de horno previamente untada con un poco de aceite e introducirlo al horno durante 25 minutos. Emplatar.

Los niños pueden:

  • Precalentar el horno.
  • Lavar y secar los tomates. (Un adulto ha de cortar los tomates)
  • Vaciarlos, introducir el queso en los tomates, cascar los huevos uno a uno e introducir cada uno en cada tomate.
  • Salpimentar los tomates, esparcir queso, perejil y taparlos. (Un adulto ha de introducir y sacar los tomates del horno).
  • Emplatar cuando estén templados.