Disruptores Endocrinos Químicos: su regulación sigue pendiente

Los DE (también conocidos como disruptores endocrinos) son sustancias químicas que alteran la función endocrina imitando, bloqueando o interfiriendo con la producción, metabolismo, o acción de las hormonas en el cuerpo y se han relacionado con efectos adversos para la salud y enfermedades graves.

Se encuentran en alimentos, materiales de embalaje, cosméticos, agua potable y productos de consumo como ropa, muebles y juguetes, los DE son omnipresentes en nuestro entorno y se han relacionado con enfermedades graves como la obesidad, diabetes, cánceres, trastornos reproductivos y deterioro intelectual. La exposición humana a los DE puede ocurrir por ingestión (alimentos, polvo y agua), inhalación (gases y partículas), absorción a través de la piel y transferencia de mujeres embarazadas al feto o al niño a través de la placenta o la leche materna. Se estima que los efectos sobre la salud de estas sustancias químicas costarán 340.000 millones de dólares al año en EE.UU y 163 mil millones de euros en la Unión Europea debido a los costes de la atención médica y de la pérdida de productividad. Por tanto, no se puede subestimar la grave amenaza que suponen los DE para la salud y la sociedad, tanto de las generaciones actuales como de las futuras.

En marzo de 2019, se publicó un nuevo informe sobre los DE titulado «Disruptores endocrinos: desde la evidencia científica hasta la protección de la salud humana», encargado por el Parlamento Europeo. Comenzando con la cita «Reparar es veinte veces más difícil que prevenir», el informe proporciona un plan para una regulación más estricta de las DE dentro de la UE para minimizar la exposición humana y proteger la salud ciudadana. El informe incluye una revisión de la literatura científica que vincula las exposiciones de estas sustancias con los resultados adversos para la salud, el alcance de su exposición, las consecuencias sanitarias asociadas y los costes.

Aunque la UE ha estado a la vanguardia política y legislativa, reconociendo a los DE como un peligro para la salud y el medio ambiente, los científicos y los grupos de interés público han argumentado durante mucho tiempo que la acción regulatoria ha sido demasiado pobre y tardía y ha abogado por una regulación más estricta de estas sustancias dentro de la UE. Entre las recomendaciones formuladas en este nuevo informe se encuentra un llamamiento a la armonización de las normas (es decir, alimentos, aditivos, materiales de envasado de alimentos, cosméticos, productos de consumo, productos fitosanitarios) para minimizar la exposición a estos DE; una definición que sea válida en todos los sectores; vigilancia de la producción, de su uso y exposición, así como de la identificación de las prioridades de investigación. Fundamentalmente, los autores señalan que la base de las pruebas justifica que los DE sean consideradas como un peligro, con un nivel de preocupación equivalente al de sustancias cancerígenas. Si se aplican, las recomendaciones conducirían a una mayor comprensión de los peligros y la seguridad de muchas sustancias, mejorando en última instancia la salud y protegiendo mejor el medio ambiente.

Las personas pueden limitar su exposición a estas sustancias tomando medidas tales como evitar los productos de cuidado personal que las contienen y optar por vidrio en lugar de plástico. Sin embargo, la enorme presencia de los DE en la vida diaria y el hecho de que no existen aislados, sino a menudo como mezclas complejas con efectos desconocidos y acumulativos, significa que la totalidad de la carga de exposición a lo largo de la vida es difícil, tanto de cuantificar como de gestionar a nivel individual. Como tal, los DE representan no sólo un problema de salud pública, sino un problema de salud planetario. Los llamamientos para regular mejor estas sustancias y minimizar la exposición humana deben ser escuchados por los gobiernos y los encargados de formular políticas. El papel de los DE como posibles motores de la epidemia en ciernes de enfermedades no transmisibles también debe reconocerse y tenerse en cuenta en las estrategias de prevención. La salud y el medio ambiente no son entidades aisladas: van de la mano. Aunque la cita inicial del informe de la UE alude al desafío que se avecina en la reparación del daño ya causado por estas sustancias, tal vez sea alentador recordar el proverbio «mejor tarde que nunca» (Geoffrey Chaucer; alrededor de 1386).

 

Fuente: The Lancet Diabetes & Endocrinology, Mayo 2019