Pescado y Enfermedad Cardiovascular

El pescado y los mariscos son las principales fuentes de ácidos grasos dietéticos de cadena larga ω-3 ácido eicosapentaenoico (20:5n-3) y ácido docosahexaenoico (22:6n-3) y también contienen otros nutrientes, como vitamina D, yodo, calcio, fósforo, magnesio, potasio, zinc y hierro. Los resultados de los estudios observacionales de ingesta de pescado, ensayos clínicos de suplementos de aceite de pescado y estudios experimentales sugieren que el consumo regular de pescado puede disminuir la incidencia de infarto de miocardio, con efectos más dudosos sobre el accidente cerebrovascular y la mortalidad por todas las causas.

Todavía estos hallazgos oscurecen los resultados de ensayos clínicos individuales, que han aumentado la duda y controversia sobre los beneficios para la salud. Los factores propuestos para esta heterogeneidad han incluido la dosis, el tipo de pescado (graso vs blanco), los métodos de preparación (horneado o parrilla vs frito), el riesgo subyacente de la persona participante e incluso la presencia de contaminantes como mercurio o contaminantes orgánicos. Además, los comportamientos asociados de las personas que comen pescado (por ejemplo, otros factores dietéticos asociados y el estado socioeconómico) podrían sobreestimar los beneficios en los estudios observacionales.

Un trabajo del grupo de Mohan informa de las posibles asociaciones de riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV) y mortalidad total entre 147.645 adultos del estudio multinacional Prospective Urban Rural Epidemiology (PURE) y de 43.413 pacientes con ECV previa o diabetes de tres ensayos clínicos multinacionales. La ingesta de pescado auto-informada se evaluó mediante varios cuestionarios, y los principales resultados fueron los eventos compuestos de ECV (incluyendo infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, muerte súbita e insuficiencia cardíaca congestiva) y mortalidad total. En comparación con la ingesta de 1 o menos porciones al mes, no se observó ninguna asociación significativa en el estudio PURE para 1 o más porciones diarias de pescado para la muerte súbita cardíaca y ECV. En los 3 estudios combinados de pacientes con ECV previa, la ingesta de pescado se asoció inversamente con la ECV combinada, mortalidad CV y mortalidad total. En estos últimos estudios en los que se evaluó el tipo de pescado, el pescado graso con mayores niveles de ω-3 estaba más estrechamente asociado con menor riesgo de ECV que otros pescados más bajos en ω-3. Una fortaleza de esta investigación son las diversas regiones incluidas: 21 naciones en el estudio PURE y 40 naciones en los tres ensayos clínicos aleatorizados.

La dosis también puede tener importancia. Para la prevención primaria de la ECV, los beneficios pueden ser más pronunciados cuando la ingesta de pescado varía desde poco o ningún consumo a una ingesta moderada (aproximadamente unas 2 porciones a la semana de pescado graso). En un estudio, la suplementación con aceite de pescado redujo significativamente la ECV en el subgrupo de participantes con menor consumo de pescado. Para la prevención secundaria y el riesgo de ECV, las dosis más elevadas de suplementos y la duración prolongada de la ingesta pueden ser más relevantes.

¿Qué ocurre con las trazas de contaminantes en el pescado?

Los pescados capturados para uso comercial contienen bajos niveles de contaminantes orgánicos (por ejemplo, dioxinas y bifenilos policlorados), que también están presentes en otros alimentos; estos bajos niveles parece que no eliminan los beneficios cardíacos del consumo de pescado. Debido a los efectos adversos sobre el desarrollo cerebral fetal e infantil, las mujeres que quieren quedarse embarazadas o están amamantando deben evitar algunas especies de pescados específicos grandes y de vida más larga, que contengan mercurio (por ejemplo, tiburón, pez espada y pez azul), así como peces capturados a través de la pesca deportiva en zonas con altos niveles endémicos de contaminantes orgánicos.

Sin embargo, debido a que el ácido docosahexaenoico es esencial para un desarrollo óptimo del cerebro, las madres deben consumir pescado. Se recomienda que las mujeres embarazadas tomen de 2 a 3 porciones a la semana de una variedad de pescados más bajos en mercurio, como salmón, camarones, atún ligero enlatado, trucha de agua dulce, caballa, anchoas, arenque, sardinas y bacalao entre otros. Además, en los estudios observacionales, las personas que consumen más pescado generalmente han mejorado su salud, lo que sugiere que es poco probable que las trazas de contaminantes en los pescados puedan causar daños netos en los adultos.

En general, sobre la base de la evidencia acumulada de los estudios observacionales y de los ensayos clínicos, el consumo moderado de pescado en la población general parece tener beneficios en la salud cardiaca, especialmente entre los pacientes con ECV previa o diabetes. Los adultos deben tratar de consumir, al menos, 2 porciones de pescado por semana y pueden obtener mayores beneficios del pescado graso, que puede contener hasta 10 veces más contenido de ω-3 que el pescado blanco.

Fuente: Adaptado de JAMA Intern Med. Published online March 8, 2021. doi:10.1001/jamainternmed.2021.0036