La Filantropía podría definirse como la virtud de dar, recompensada por la bondad
La filantropía, podría hermanarse con la caridad. La caridad es un concepto que para la humanidad es el máximo acto de benevolencia. Es una virtud que no tiene fecha ni fronteras, sus orígenes podrían situarse en los inicios de las enseñanzas religiosas. Y a partir de ahí ese tipo de acciones han derivado en la Filantropía según la conocemos en la actualidad. Probablemente a nivel de estado, es un distintivo inseparable de la nación americana, al que han dado forma sus líderes, desde los colonizadores hasta los millonarios modernos como Buffet, Gates o Zuckerberg. La tradición “de dar “está en el tejido social de la nación, en su ADN, como un acto formal de dar dinero para ayudar a la sociedad. Esta práctica la encontramos ya, en uno de los padres fundadores de la nación, Benjamin Franklin, icono de la empresa privada, que ya en sus días entendió, que con el privilegio de hacer el bien se veía recompensado ejerciendo la bondad. Cuando murió en 1790 pensó en las generaciones futuras legando a la caridad dos donativos de 500 kgs. de plata sterlina, uno de ellos a la ciudad de Boston, y el otro a la ciudad de Filadelfia.
Franklin con sus donativos pavimentó el camino de la Filantropía
Según sus instrucciones, una cantidad de este dinero y sus dividendos no podría utilizarse hasta después de doscientos años. Mientras este legado permanecía en espera, se iniciaba un camino abierto por Franklin, que evolucionaba y se extendía por la joven nación. Después de la guerra civil la rápida industrialización acumulaba inmensas riquezas en manos de unos pocos, creando un período de desigualdad sin precedentes.
Carnegie con la publicación de su ensayo “Riqueza” en 1889 conformó la filantropía moderna
En respuesta el magnate del acero Andrew Carnegie iniciaba la filantropía científica, tratando de buscar las razones de la desgracia social subyacente en sus causas, más que en sus síntomas. Carnegie donó en vida más de 350 millones de dólares, que sería el equivalente a los aproximadamente nueve billones de hoy. Su ensayo en 1889 “Riqueza” ahora más conocido como “Evangelio de la riqueza”, efectivamente iba conformando la filantropía moderna, modelo que los ricos continúan siguiendo.
Dos décadas más tardes aparece el término Fundación, como entidad benéfica, basada y sostenida por la riqueza que las empresas generan
John D. Rockefeller creaba a primeros del siglo XX la Fundación Rockefeller, que muy pronto llegaría a ser la mayor entidad benéfica mundial, proporcionando a la segunda guerra mundial más ayuda extrajera que la proporcionada por el propio gobierno federal. A partir de entonces, otros hombres y mujeres menos conocidos han jugado igualmente, un papel esencial en la evolución de la filantropía. Uno de estos héroes, Julios Rosenwald, hizo su fortuna como empresario, creando la Fundación Sears. Con ayuda de sus donaciones se construyeron 5.300 escuelas en los estados de un Sur segregado. Y abrió las aulas a toda una generación de estudiantes afro-americanos, incluyendo a Maya Angelon y al congresista John Lewis. Ellos agrandan el concepto de la filantropía, que ya no solo se limita a los ricos. La historia de la nación se ennoblece con gente como Oseola McCarty, una lavandera de Mississippi que entregó todos sus ahorros 150.000 $ en 1995 para financiar becas para los estudiantes universitarios mejor dotados intelectualmente, pero sin recursos.
La cultura de generosidad, sin embargo, no es únicamente altruista, existen incentivos fiscales para animar a los ricos, y también la filantropía ayuda a mejorar la imagen pública
La respuesta a esta cultura de generosidad, no es únicamente altruista. Sabemos que existen incentivos fiscales para animar a los ricos a hacer donaciones. Y también que desde hace tiempo la filantropía ayuda a mejorar la imagen pública de todos, desde aquellos que no respetan los derechos de sus trabajadores hasta la élite de la tecnología. Justo antes de su muerte Martin Luther King jr. Dejó escrito: “Filantropía es recomendable” pero este hecho no debe justificar al filántropo pasar por alto las circunstancias económicas de injusticia para hacer de la filantropía una necesidad. Ciertamente, King saco a la luz una contradicción central: la filantropía nace del mercado, concebida y sostenida por el retorno del capital, pero su máxima responsabilidad es ayudar a corregir y controlar su adecuado funcionamiento para evitar la inequidad.
En nuestros días surge la responsabilidad social corporativa, que no acaba de calar. Solo una minoría de empresas ejercen esta modalidad, haciendo que parte de los ingresos que generan, revierta en beneficio de la sociedad que les ha ayudado a conseguirlos.
Actualmente, las donaciones a nivel institucional están experimentando una transformación radical. Priscila Chan y Mark Zuckerberg originan titulares por comprometer un stock en Facebook de 45 billones de dólares a través de una entidad de responsabilidad social corporativa. Ellos, junto con otros muchos donantes emergentes están explorando otras aproximaciones para donar sus fortunas fuera de las fronteras tradicionales de su Fundación.
Hace 26 años, cuando el último de los donativos de Franklin estuvo disponible se había multiplicado en 65 millones de dólares. Más que la suma, ello representaba un gran principio: “Somos custodios de la confianza pública, aun cuando nuestro capital se ha derivado de la empresa privada y nuestra máxima obligación es asegurarnos de que el sistema para la mayoría funcione de una forma más ecuánime y más justa. Esta creencia es esencial para nuestro carácter nacional. La mayor fuerza de este país no es el hecho de perfección, sino más bien el acto de perfeccionarlo.
La historia de la filantropía en los estados de América, nos debería animar a todos a seguir sus pasos, nos ha resultado alentador y un ejemplo de inspiración. Todos podemos colaborar con una causa social: las empresas porque van a obtener beneficios fiscales y van a mejorar su reputación. Y a nivel individual, además de la gratitud que significa apoyar a una causa noble, también vamos a desgravarnos como mínimo un 35%. De esta forma todos vamos a salir ganado. Pero nosotros además vamos a sentir la recompensa de la benevolencia que es la bondad. El compromiso social tendría que ser un deber de todos.
Adaptación de la FHF de la revista TIME July 11/July 18, 2016
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