Alimentos ultraprocesados: una llamada de atención
Los alimentos ultraprocesados son ingredientes que resultan de una serie de procesos industriales. Suelen tener un alto contenido de azúcar, sal y grasas; un bajo contenido de fibra, proteínas y micronutrientes; y contienen aditivos, emulsionantes, estabilizantes, colorantes y edulcorantes artificiales. Estos alimentos tienen un perfil nutricional deficiente y se han asociado con problemas graves de salud.
Incluyen comidas listas para tomar, refrigerios y bebidas azucaradas que contienen una larga lista de ingredientes y aditivos diseñados para hacer que el alimento sea apetecible, fácilmente vendible y que hace que se coma en exceso. Tomar más alimentos ultraprocesados se relaciona con un mayor riesgo de morir por cualquier causa. También hay una estrecha asociación entre un mayor consumo y las muertes relacionadas con enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, enfermedades mentales y ciertos tipos de cáncer. También hay evidencias de que estos alimentos se asocian con obesidad y asma.
Investigaciones recientes sugieren que el consumo de alimentos ultraprocesados también podría estar relacionado con la muerte prematura (entre los 30 y los 69 años), según el análisis de datos sobre dieta y mortalidad de ocho países. Su consumo es una grave amenaza para la salud pública, que afecta por igual a países de ingresos bajos y altos, y que influyen en las epidemias actuales de enfermedades crónicas como la obesidad y la diabetes tipo 2. Por tanto, se requiere una respuesta nacional e internacional contundente mediante políticas sanitarias y alimentarias para limitar su consumo. Hasta la fecha, el enfoque más eficaz para reducir su consumo ha sido a través de impuestos, como el aplicado a las bebidas azucaradas. La adopción de impuestos sobre una gama más amplia de productos ultraprocesados está claramente justificada, pero la imposición de impuestos sin ayudas para los alimentos saludables en las poblaciones en situación de inseguridad alimentaria no beneficiará a todos.
Debido a que los fabricantes están motivados a continuar comercializando productos poco saludables que se venden fácilmente; las políticas públicas deberían incluir un etiquetado claro para identificar estos alimentos, realizar restricciones a la publicidad cerca de escuelas y hospitales y dedicar incentivos económicos para hacer que los alimentos más saludables sean tan accesibles y más baratos que los ultraprocesados. Y combatiendo enérgicamente la interferencia de la industria alimentaria en la formulación de políticas sanitarias.
Más allá de las cuestiones de acceso, disponibilidad y coste, la elección de alimentos saludables es compleja y viene dictada por hábitos y normas culturales, preferencias personales, gustos y las limitaciones de tiempo de la vida laboral y familiar moderna. Dado el arraigo que han adquirido los alimentos ultraprocesados en nuestro sistema alimentario y vida cotidiana, reducir su consumo no es tarea fácil. Sin embargo, los beneficios para la salud que esto conlleva son evidentes, y el lema «alimentación saludable, vida saludable» debería ser un objetivo para todos y un reto de salud pública. Millones de vidas dependen de ello.
Fuente: Fundación HF. The Lancet Diabetes & Endocrinology 2025
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