Obesidad infantil: una crisis sanitaria mundial

La obesidad infantil tiene consecuencias graves en la salud. Por primera vez, la prevalencia mundial de la obesidad ha superado la del bajo peso en niños y adolescentes. El Informe de Nutrición 2025 de UNICEF revela cómo los entornos alimentarios poco saludables contribuyen a un rápido aumento mundial del sobrepeso y la obesidad infantil. Un número importante provienen de las zonas más desfavorecidas. La obesidad infantil y adolescente es una crisis sanitaria mundial que requiere atención inmediata.  

La Iniciativa Europea, que recopila datos de niños en edad escolar primaria desde 2007, es una de las muchas fuentes que confirman estos problemas. Un breve análisis de datos, que abarcó a 470 000 niños de entre 7 y 9 años de 48 países europeos, confirma que el sobrepeso y la obesidad infantil siguen siendo un desafío importante en toda la región, con un 25 % de niños con sobrepeso y un 10 % con obesidad. En España, el análisis de 237.460 niños y niñas de 10 comunidades autónomas muestra que el 30% de menores de entre 2 y 17 años tenía exceso de peso.  

La obesidad infantil tiene consecuencias en la salud. Puede conllevar enfermedades cardiovasculares por el aumento de hipertensión arterial, diabetes tipo 2 e hiperlipidemia. Y en la edad adulta, además de las enfermedades cardiovasculares puede contribuir al desarrollo de determinados canceres y al deterioro cognitivo.  

Si las tendencias actuales continúan, las previsiones indican que aproximadamente un tercio de los niños y adolescentes del mundo tendrán sobrepeso u obesidad para 2050. ¿Cómo hemos llegado a esta devastadora situación? Lejos de ser una preocupación pasajera, el sobrepeso y la obesidad infantil son fuertes predictores de la obesidad en la edad adulta y otras enfermedades no transmisibles.  

Las razones son complejas, pero dos destacan. En primer lugar, el problema radica en las industrias de alimentos y bebidas, cuya influencia generalizada ha creado entornos alimentarios perjudiciales. Por ejemplo, los alimentos y bebidas poco saludables, incluidos los alimentos ultraprocesados, son muy accesibles y se comercializan agresivamente en los lugares donde los niños viven, aprenden y juegan. Tomar más alimentos ultraprocesados se relaciona con un mayor riesgo de morir por cualquier causa. A pesar de que muchos países han implementado medidas legales para proteger a las familias y a los niños de la exposición a entornos alimentarios poco saludables, muchas industrias utilizan prácticas poco éticas para socavar la acción gubernamental y explotar a los niños. En segundo lugar, ha sido extremadamente difícil implementar y evaluar el éxito de las intervenciones de salud pública, y muchas acciones no han demostrado beneficios en la prevención y reducción de las tasas de obesidad infantil. 

Existen numerosas medidas basadas en la evidencia que han demostrado su eficacia, pero su implementación sigue siendo un problema. La obesidad infantil es un problema socio ecológico complejo. El progreso en el control de la obesidad infantil requerirá el empoderamiento de los niños y las familias para que reclamen su derecho a entornos alimentarios saludables y el compromiso de diversas partes interesadas (incluidos gobiernos y actores comerciales) para proteger la salud infantil. Algunos países han demostrado que, con una firme voluntad política, se pueden mejorar las condiciones para conseguir entornos alimentarios más saludables en los niños. 

Realizar una nutrición correcta y adecuada es algo teóricamente sencillo y fácil de aplicar. En nuestro medio,  la dieta mediterránea ofrece un patrón alimentario caracterizado por un alto consumo de frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y frutos secos; aceite de oliva como principal fuente de grasa; consumo de pescado, aves de corral, productos lácteos y huevos. El ejercicio físico, evitar el sedentarismo y el uso excesivo de pantallas también ayuda a controlar el sobrepeso. Pero también hay que explorar los efectos del estrés, el sueño y la comercialización agresiva de alimentos poco saludables, lo que, en última instancia, harían más eficaces las intervenciones médicas y de salud pública. 

Fuente: Adaptado de The Lancet Diabetes & Endocrinology, julio 2025. The Lancet, sept 2025