Riesgos de la luz nocturna para la salud cardiovascular
La exposición a la luz durante la noche está asociada con mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares. En su tratado “Aires, aguas y lugares”, Hipócrates, el padre de la medicina, destacó que la luz solar, junto con otros factores ambientales como la temperatura y el suministro de agua, es un determinante clave de la salud de la población. Sin embargo, no pudo evaluar el impacto en la salud de un fenómeno más moderno que ahora es globalmente generalizado: la exposición a la luz artificial en la noche.
La luz nocturna causa alteraciones circadianas y, por lo tanto, es un factor de riesgo potencial para las enfermedades cardiovasculares. Se han observado mayores riesgos de enfermedad coronaria y accidente cerebrovascular en personas que viven en entornos urbanos con mayor intensidad de luz nocturna exterior. La evidencia epidemiológica también demuestra mayores riesgos de eventos cardiovasculares en trabajadores con turnos rotativos que tienen exposición a largo plazo a alteraciones circadianas.
Los datos de satélites muestran que la exposición a la luz artificial nocturna (LAN) ha aumentado cerca de un 50% entre 1992 y 2017. Esto es alarmante, ya que una mayor exposición a este tipo de luz se ha asociado con un mayor riesgo de diversas afecciones, como enfermedades cardio-metabólicas y cáncer de mama. Un estudio de cohorte prospectivo de unos 89.000 adultos mayores de 40 años (57% mujeres), pertenecientes al Biobanco del Reino Unido que usaron sensores de luz colocados en la muñeca, ha mostrado que la exposición a una luz más brillante durante la noche se asoció con mayores riesgos de enfermedad coronaria, infarto de miocardio, insuficiencia cardíaca, fibrilación auricular y accidente cerebrovascular, independientemente de los factores de riesgo cardiovascular establecidos.
Al rastrear la exposición de cada individuo durante 1 semana de 2013 a 2016, y el riesgo de enfermedad posterior durante aproximadamente 8 años, el estudio encontró que aquellos con mayor exposición a LAN tenían un mayor riesgo prospectivo de presentar una enfermedad cardiovascular. Por ejemplo, el riesgo prospectivo de infarto de miocardio fue un 50% mayor en aquellos con las noches más brillantes en comparación con las más oscuras. Por el contrario, una mayor exposición a la luz diurna se asoció con una reducción en el riesgo prospectivo de ECV. Y los riesgos de exposición a LAN no eran secundarios, por ejemplo, a la falta de sueño o a la duración estacional del día.
Aunque el trabajo proporciona una perspectiva a gran escala sobre cómo la exposición objetiva diaria a LAN se asocia con el riesgo futuro de ECV, el trabajo no profundiza en los posibles mecanismos subyacentes. En la actualidad, los horarios de sueño-vigilia irregular y recurrente son muy comunes. Hasta dos tercios de los adultos actuales cambian su horario de sueño-vigilia de los días laborables a los días libres en 2 horas, en un fenómeno conocido como jet lag social (JLS), y que probablemente se ve incrementado por la luz artificial nocturna. Se ha demostrado que tanto el JLS como la irregularidad del sueño se correlacionan positivamente con un perfil cardio-metabólico más adverso. Un mecanismo por el cual la exposición a la LAN puede afectar negativamente la salud humana es la disminución de la secreción de melatonina. Los niveles sistémicos de esta hormona comienzan a aumentar por la noche, horas antes de la hora habitual de acostarse. Este momento de secreción de melatonina refleja el ritmo del marcapasos circadiano de nuestro cerebro, sobre el cual la melatonina también actúa para ayudar a mantener el ciclo sueño-vigilia y los ritmos fisiológicos.
Diversos estudios de intervención tanto en animales como en humanos han demostrado que la LAN también puede alterar otros sistemas neurofisiológicos; puede aumentar la frecuencia cardíaca, promover la inflamación y la aterosclerosis. La intensidad lumínica necesaria para suprimir significativamente la secreción de melatonina nocturna es mayor tras una mayor exposición a la luz diurna y puede diferir hasta en diez veces entre individuos.
En conclusión, en este estudio de cohorte, la exposición a la luz nocturna fue un factor de riesgo significativo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares en adultos mayores de 40 años. Estos hallazgos sugieren que, además de las medidas preventivas actuales, evitar la exposición a la luz nocturna puede ser una estrategia útil para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Fuente: Adaptado de JAMA Network Open. 2025.39031, Octubre 2025

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