Luis Miguel Fuentetaja Arranz

49 años
Segovia

Luis Miguel ya sabía que tenía hipercolesterolemia familiar desde hace 13 ó 14 años, aun así sufrió un infarto de miocardio en noviembre de 1994. Sin embargo, saber que padecía hipercolesterolemia familiar le permitió reaccionar de inmediato, “y en cuanto sentí algo raro, fui al hospital, y ahora puedo contarlo. Por eso es tan importante que la gente sepa que tiene esta enfermedad”.

Él tenía 400-450 de colesterol, pero ahora lo tiene perfectamente controlado, por debajo de 200. Conocer su problema le ha permitido también saber cuáles son los alimentos que pueden hacerle daño, y saber qué alimentos “que yo creía que eran buenos, como ciertas grasas vegetales, no lo son, o al revés, desterrar algunos prejuicios, como que los huevos son malísimos, o que el pescado blanco es mejor que el azul”.

Después de un infarto, un reinfarto a los tres días, una angioplastia finalmente fallida y una intervención de bypass, Luis Miguel se encuentra bien y dice llevar una vida más saludable. Sin embargo, en su familia materna son varias las personas que tienen hipercolesterolemia familiar, y una hija suya sospecha que pueda haber heredado su problema, porque muestra unos niveles algo elevados de colesterol, aunque aún no se medica.

Su salud, pues, está controlada, aunque hay un punto que le molesta profundamente. A estas alturas, todavía no tiene la aportación reducida. En Segovia, donde vive, nadie sabía nada de este asunto, ha sufrido todas las pegas para conseguirla, y no entiende por qué hay enfermos de primera o segunda categoría según la comunidad autónoma en la que viven. Él cree que, con el carné de la FHF, que acredita que le ha sido hecha la prueba de diagnóstico genético, conseguirá por fin la aportación reducida. Pero aún así, el procedimiento para tramitarla, en Segovia, será penoso: tendrá que ir primero al médico de cabecera, comprar el fármaco en la farmacia, pagarlo, pedir factura, llevarlo a la gerencia sanitaria correspondiente, que le tomará la factura para pagarle el importe después mediante ingreso en una cuenta bancaria. Un procedimiento burocrático verdaderamente engorroso, poco adecuado para alguien con un trabajo normal que padece este problema de por vida.