Lorenzo García Gordillo

41 años. Técnico industrial
Sevilla

Lorenzo sabe que tiene el colesterol alto desde 1991. En algún análisis le salió 540, pero no se lo tomaba en serio. Sobre todo, porque no lo entendía. “Yo siempre había tenido una alimentación sana, sin grasa y sin sal. Mi padre tenía problemas en las arterias y en casa estábamos educados a comer sano. Y encima me casé con una mujer cuyo padre había tenido tres infartos, con lo que no cocinaba con grasas. Además, yo siempre he hecho mucho deporte”, comenta Lorenzo. Pero el colesterol estaba ahí, a pesar de que iba a un médico y tomaba medicamentos. Hace cuatro años, una amiga ATS le recomendó acudir a la Unidad de Lípidos del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Y allí le investigaron a fondo, a él y a su familia. Y recordó que su abuela murió de infarto con 64 años, su padre con 51 y un tío con poco más de 60. Y dos de sus tres hijas, Inmaculada de 17 y María del Valle, con 10, también tienen el colesterol elevado (ahora toman resinas). A partir de ahí, Lorenzo se lo tomó más en serio, con la medicación adecuada y con dieta. Pero el empujón final vino de la mano del destino. Hace unos meses se apuntó al estudio de 1.000 familias que está haciendo la Fundación HF. Y al hacerle las pruebas, el doctor Muñiz le detectó un soplo. Y a partir de ahí, descubrió que unos pinchazos que Lorenzo atribuía a catarros mal curados eran “pequeñas anginas de pecho”. Se le hizo un cateterismo. Resultado: dos coronarias afectadas, que obligaron a una intervención y a colocarle 7 stent. La prevención, apuntarse al estudio de la FHF, le había salvado la vida. Y ahora, convaleciente, asegura que su vida va a cambiar. “Como el colesterol no te duele, no te lo tomas en serio. Pero hay que hacerlo. Si no, luego no tiene remedio, como le pasó a mi padre y a mi abuela”.