Carlos Mediavilla López

52 años
Salamanca

Carlos conoció que era afecto de Hipercolesterolemia Familiar (HF) a través de la Fundación, después de años de tratamientos médicos sin resultados. No le faltaban antecedentes familiares: su abuelo murió de un infarto a los 50 años y su padre sufrió igualmente un infarto a los 60. Con ese historial familiar, pudo comprobarse que, efectivamente, era portador de esta mutación, de manera que lleva un tratamiento “en serio” desde el año 95, con estatinas primero, a las que se sumó la ezetimiba cuando salió al mercado, lo que le permite tener controladas sus cifras de colesterol. Con los actuales cuidados, Carlos no ha tenido ningún episodio cardiovascular y su estado físico es bueno. “Me tengo impuesto caminar todos los días una hora, porque es la mejor gimnasia: salir a la calle siempre es agradable”.

Como otros muchos pacientes, no entiende que tenga aportación reducida por las estatinas y no por la ezetimiba, pero todavía entiende menos que a su hijo, de 26 años, y con mutación conocida, no se le conceda aportación reducida alguna “porque no tiene suficientes puntos”, según el singular sistema de concesión de la aportación reducida que se sigue en Castilla y León. “Yo al final he desistido, pero en aquel momento tenía un cabreo… Si a mí me dan la aportación, por qué no a mi descendencia”. Tiene otra hija, pero no ha heredado la HF.

Su hijo, dice, lleva esta situación “con bastante naturalidad, lo tiene asumido ya, toma la medicación a rajatabla, en la última analítica está en los límites normales”. El muchacho empezó a tratarse con resinas a los 14 ó 15 años y a partir de los 17 comenzó a tomar estatinas. Recuerda que, cuando su hijo apenas tenía tres años, Carlos le contó a la pediatra la posibilidad de que su hijo padeciera la HF y, cuando vio los análisis, la doctora no podía entender que un niño tuviera esos niveles tan elevados de colesterol. “En aquel momento, la pediatra no tenía noticia de este tema, decía que sí había que vigilarle… Y yo le decía que el niño estaba bien, yo solo quería saber si se daba esta situación y tener la información, no es que nos fuéramos a alarmar”. Hoy padre e hijo saben lo que tienen, no han padecido ningún episodio cardiovascular, controlan sus niveles de colesterol y llevan una vida completamente normal.